Tras la durísima ruta por el occidente tocan unos días de rodar suave y recuperar. O eso se debería de hacer. Porque una ruta que iba a servir para soltar piernas se convirtió en una encerrona de 1100m de desnivel en tan solo 44kms.
Salimos de Oviedo, Marcos y yo, rumbo a Las Caldas por la senda verde. El objetivo es subir a Las Carangas y regresar por el valle del Trubia.
Comenzamos a subir a Las Carangas. Hasta Siones tenemos un par de kilómetros con un media cercana al 10%, así que nos lo tomamos con calma.
Llegamos a Siones. El valle es precioso y todavía luce mejor con el Aramo nevado.
Tras el descanso que hay en Siones, afrontamos la segunda parte de la ascensión. Algo más de kilómetro y medio con una media cercana al 10% y un máximo del 15%.
El entorno sigue siendo precioso y disfrutamos de cada pedalada.
Coronamos y decidimos cambiar la ruta. La vuelta será por Dosango, previo paso por el Tenebredo.
Tenemos un par de kilómetros de descenso hasta Tenebredo, donde podemos disfrutar del valle del Trubia.
Y justo salimos al rampón del Tenebredo. Desde aquí no hay piedad.
- Vamos al Tenebredo -dijeron
- Será divertido -dijeron
Tras dar unos buenos chepazos en el Tenebredo, nos desviamos hacia Dosango. Este tramo también tiene zonas bastante duras.
Llegamos a la zona más alta de la subida, que parece estar bastante más alto de lo que realmente está.
Vemos Dosango ante nosotros, con el Aramo nevado al fondo.
Y de nuevo tenemos un buen rampón para llegar a Dosango. El enlazado Las Carangas - Tenebredo - Dosango es muy discontinuo, pero cada vez que la carretera se inclina supera el doble dígito. A veces ampliamente.
Tras la foto de rigor en la cima bajamos con clama hacia los Alfilorios. Siempre es un placer observar este paisaje.
Para completar la encerrona de ruta, decidimos volver a Oviedo por Los Ferrerinos. Rampas del 15% o más a porrillo, jajaja.
Y así terminamos una ruta que estaba destinada a ser suave, jaja.
Al día siguiente de la encerrona si que tocaba rodar por terreno suave, con la subida a La Casilla para darle algo de picante a la ruta. 78kms y 1000m de desnivel.
Salgo de casa por San Esteban de las Cruces. Comenzar la ruta con una subida se hace duro así que toca hacer con calma estos kilómetros.
En San Esteban me desvío hacia Tudela Veguín. Tengo que remontar la cuenca del Nalón hasta Blimea. Este tramo se hace pestoso entre el tráfico, los semáforos y los pasos a nivel.
El selfie en el Sotón no puede faltar, jaja.
En Blimea me desvío hacia la subida a La Casilla, subida hermana de La Faya de los lobos. El comienzo es muy duro, rondando el 10% de continuo.
La subida transcurre por una tupida arboleda, que pese a estar sin hojas apenas permite ver nada más allá de la propia carretera. Sólo se abre puntualmente.
La zona alta de la subida es algo más abierta y hay más vistas. La pendiente también disminuye ligeramente.
Mientras nos acercamos a la cima se puede ver Peña Mea a nuestra derecha.
Tras poco más de 4kms de subida, corono La Casilla. Una subida un poco sosa y monótona.
Enfilo ya la bajada hacia Nava y el posterior tramo de valle. Las vistas del valle, Peña Mea y el Sueve son preciosas, y más en un día tan claro como hoy.
No tenía pensado parar a comer, pero en Nava aprieta el hambre y cae un bollo preñao que me supo a gloria.
Con las pilas recargadas me quedan unos 30kms llanos hasta Oviedo.
Y sin mayor novedad llego a casa. Han sido tres horas muy entretenidas.